08.03.2021.- Este 8 de marzo, fecha conmemorativa del día de la mujer, importante para visibilizar la lucha por la igualdad de género en el Perú, es una oportunidad que buscamos aprovechar desde la ONG FOVIDA para contribuir a destacar el rol de la mujer en el desarrollo sostenible del Perú, razón por la que hemos desarrollado entrevistas a lideresas sociales y campesinas que, desde su experiencia, pueden evidenciar las desigualdades de género persistentes en el país desde su quehacer dirigencial y sus propuestas para construir un horizonte de justicia de género en el Perú.
En esta oportunidad, y desde el valle del Mantaro, presentamos a Rosalía Clemente Tacza, presidenta de la Federación Agraria Regional Agraria de Junín- FAREJ, base de la Confederación Nacional Agraria del Perú- CNA, de quien, a través de una larga entrevista, rescatamos sus principales intervenciones.
Rosalía Clemente Tacza nació el 27 de julio de 1959 en la comunidad de Chala, hoy provincia de Chupaca en la región Junín, y ha formado parte de diversos procesos impulsados por los proyectos conducidos e implementados por FOVIDA, como el caso del proyecto “Sembrando diversidad, cosechando seguridad- FASE II”. Aquí presentamos su historia:
¿Cuándo comenzó su actividad en organizaciones sociales de base?
Comienza con mi trabajo en el vaso de leche por [la década de 1980]. No recuerdo bien, creo que fue en 1989, cuando asumí el primer cargo dirigencial en la junta directiva del programa en mi distrito y que luego me permitió ser electa como tesorera del comité provincial. Ahí conocí a Magdalena Salazar Palacios, quien me ayudó mucho a crecer como dirigente.
¿Cómo así?
Me hacía así con el codo en cualquier evento para decirme: “¿no vas a preguntar? ¿callada te vas quedar…?” Para mí fue una maestra, porque era mujer fuerte y luchadora. Se iba caminando hasta Chongos Altos para poder convocar a todas las mujeres para formar el PVL [Programa de Vaso de Leche] en pleno terrorismo.
La ayudó bastante…
Sí, fue un ejemplo para mí. Esa fue mi primera experiencia en trabajo con organizaciones, porque hasta esa fecha yo solo me había dedicado a trabajar en mis cosas: sembrando mi chacra, cuidando mis hijos, bordando, hilando. Es gracias a esa experiencia que me inicio en el trabajo, como te puedo decir, como dirigente.
¿Con qué otras organizaciones trabajó?
Bueno, de ahí me sumé al comité regional de la mujer. Como tengo un hijo especial [persona con discapacidad intelectual] también me fui interesando en formar parte de los espacios que trabajaban estos temas. Y como ya me fui haciendo conocida en Chupaca, ya me llamaban de aquí, de allá, para participar. También fui parte de los comités de APAFA.
¿Por qué motivos y en qué fecha ingresa usted a la actividad en organizaciones agrarias?
No recuerdo si fue en 1998 o 1999 cuando entré a la FAREJ [Federación Agraria Regional Agraria de Junín] como parte de la secretaría de la mujer campesina, lo cual fue producto de una experiencia previa, en la que había formado parte de un grupo de mujeres productoras como resultado de PRONAMACHCS [Programa Nacional de Manejo de Cuencas Hidrográficas y Conservación de Suelos] que había realizado el Ministerio de Agricultura.
Participando de la FAREJ, uy… me hice rápido conocida, tanto que pasó poco tiempo, creo que fue el 2001- 2002, que me dijeron para ser presidenta de mi organización, pero ahí tuve resistencia del equipo técnico de la CNA [Confederación Nacional Agraria] por ser mujer, ya que decían: ¿mujer? ¿podrá hacerlo? Si ella tiene hijos. No va poder ir a los eventos o viajes. Por esa razón, ya no pude asumir el cargo.
Un prejuicio del que siempre son víctimas las mujeres…
Así es y que nos limita a seguir trabajando. Yo, por ejemplo, cuando estaba con mi esposo, él nunca se opuso a que yo fuera a mis actividades como parte de una u otra organización, nunca me dijo nada. Yo cumplía mis labores y me iba y así fue hasta que nos separamos.
¿Cómo diría usted que es la situación de la mujer en el campo?
Nosotras las mujeres cumplimos muchas actividades en el campo: cocinamos, cuidamos a los hijos, lavamos, trabajamos en el campo, uf… muchas cosas que a veces no nos permiten seguir creciendo, estudiando. Yo te voy a contar una experiencia. Ya cuando era dirigente de la FAREJ [Federación Agraria Regional Agraria de Junín], la CNA [Confederación Nacional Agraria], nos convocaba a eventos nacionales y teníamos que enviar representantes, entonces yo me iba con otras compañeras, pero un día me piden que vayamos junto con mujeres jóvenes y ahí se me ocurre buscar a una amiguita. Yo me acerco, le explico, le digo, vamos hacer esto, vamos a ir acá a estudiar, a poder aprender para saber cómo mejorar. Un día su papá viene a mi casa y me dice: “no le estés incitando a mi hija ¿para qué se va ir? ¿de qué le va servir?, ella es mujer, debe pensar solo en su casa y en su familia”, por más que le dije “va ir conmigo, somos varias, no vamos hacer nada malo”, él solo dijo: “no, no, no, no… se van para buscar marido, mi hija no va…” pobre niña, no pudo terminar ni siquiera el colegio y ya la habían hecho casar.
Por eso, me gané de mala fama entre los hombres. Cada vez que me acercaba a una mujer para hablarle del trabajo que hacíamos, los hombres decían entre ellos: “¿para qué se le acercará? ¿qué le estará diciendo?”.
Nosotras las mujeres somo invisibilizadas, no nos dan el lugar que corresponde.
¿Y cuál, sugiere usted, como medida para mejorar esa condición?
Que todas las leyes que hay se hagan realidad en la vida diaria, porque leyes tenemos un montón, pero no la sentimos que hagan un cambio real en la situación que vivimos las mujeres. Y lo otro es promover la educación constante de la mujer, para que así pueda defenderse, sepa sus derechos. Yo por estudiar he sabido defenderme de varios abusos en mi comunidad, como cuando una vez llegó Bitel a querer poner una antena, nosotros nos organizamos y salimos a decirle que debían respetar nuestra condición de comunidad campesina y el abogado de la empresa me dijo: “usted señora ha ingresado en propiedad privada”, me amenazó con que me iban a meter a la cárcel, pero como yo ya estaba estudiando lo que es la consulta previa le dije: “¿tú no sabes lo que es consulta previa? ¿acaso tú has aplicado consulta previa con nosotros” y él me dijo “¡Consulta previa es solo para la selva, aquí no aplica!” y yo le dije: “la consulta previa es para todos los pueblos originarios y a nosotros nos corresponde consulta previa”, el abogado no supo qué decirme, se quedó callado y casi casi se salió escapando. Por eso creo que es importante insistir en la educación.
En esas circunstancias ¿Qué significa para usted el 8 de marzo, día internacional de la mujer?
Una fecha más. Yo no quiero dulces y flores que callen mis reclamos, yo quiero justicia. Las mujeres somos víctimas de varios abusos, de violencia, de discriminación ¿y qué? ¿con florcitas me vas a callar? ¿los chocolates me van ayudar? Las mujeres hemos sido invisibilizadas, pero somos parte del desarrollo que buscamos para nuestras comunidades.
Por: Dámiler Diáz Teran (antropólogo, profesional de proyectos de FOVIDA)