El cambio climático es uno de los mayores desafíos que enfrenta nuestra sociedad en la actualidad. El aumento de las temperaturas, la variabilidad de las precipitaciones y los eventos climáticos extremos están teniendo un impacto significativo en nuestros recursos naturales y en la seguridad alimentaria. Por ello, FOVIDA ejecutó un programa de capacitación dirigido a familias de asentamientos humanos periurbanos vulnerables al cambio climático con el objetivo de que implementen medidas adaptativas para agua segura y cocinas resilientes con corresponsabilidad en el hogar.
Con el propósito de brindar asesoramiento y mantener una retroalimentación constante con las familias, se establecieron comités ambientales en ocho asentamientos humanos periurbanos de Lima Sur. Estos comités llevaron a cabo actividades de apoyo técnico y monitoreo, acompañando a las familias en la implementación de medidas de adaptación en la gestión y almacenamiento del agua para consumo humano, así como en la adopción de prácticas culinarias que optimicen el uso de los alimentos y reduzcan la generación de residuos.
En el monitoreo participaron los siguientes Asentamientos Humanos:
Villa María del Triunfo
- Ampliación Emilio Ponce Huanay
- Cerro Mina 6ta Etapa
- 8 de Diciembre
- Ampliación Mirador Los Ángeles
San Juan de Miraflores
- Flor de Amancaes
- El Alto Progreso
Villa El Salvador
- Mirador 200 Millas
- Sector 9 Grupo 6
Durante este proceso de evaluación, se pudo observar el impacto positivo de las medidas adoptadas en las comunidades, en términos de gestión del agua y aprovechamiento de alimentos. El progreso se evaluó mediante el análisis de datos de la primera ficha de monitoreo, que corresponde al monitoreo inicial, y los datos de la tercera ficha, que representa el monitoreo final.
En el asentamiento humano 8 de Diciembre del distrito de Villa María del Triunfo participaron 57 familias. Tras aplicar los monitoreos ambientales, se destaca un incremento significativo en la adopción de prácticas de almacenamiento, manejo y desinfección del agua para consumo humano por parte de las familias. Actualmente, el 95% de las familias realiza una correcta limpieza y desinfección de los recipientes, mientras que el 100% desinfecta el agua hirviéndola y toma las medidas necesarias para mantener la calidad del agua. En el primer monitoreo, solo el 37% de las familias tenía una concentración adecuada de cloro residual en su agua potable, pero este porcentaje aumentó al 95% en el monitoreo final, asegurando que el agua es apta para el consumo humano.
Además, el 70% de las familias ha adoptado la práctica de optimización de alimentos, aprovechando creativamente la pulpa y cáscara de frutas, vainas de arveja y habas, cáscara de papa, tallos de hortalizas y mazamorras con cáscara de frutas. Asimismo, se observó un cambio en la participación de los miembros de la familia en la implementación de prácticas de agua segura, siendo los padres e hijos quienes se han involucrado más activamente en estas tareas, promoviendo la corresponsabilidad en el hogar.
«Estoy feliz porque FOVIDA llegó a estos lugares, ahora ya sabemos cómo hacer limpieza en nuestros tanques y optimizar nuestros alimentos», expresó Maribel Ataucusi Huamani, promotora ambiental, en relación al impacto positivo del proyecto en 8 de Diciembre.
Maribel Ataucusi Huamani monitoreando a sus vecinos de 8 de Diciembre
Además, Yola Letona, residente del A.H. Cerro Mina 6ta Etapa, compartió: «Los hombres también han participado en las tareas del hogar, aunque no ha sido al 100%. Hemos logrado que se involucren tanto los hombres como los hijos. En mi casa, les expliqué a mis hijos que tienen que pelar alverjitas y limpiar el tanque de agua». Su testimonio enfatiza la importancia de promover la participación activa de todos los miembros de la familia en las labores domésticas.
Yola Letona capacitando sobre la optimización de alimentos
Asimismo, en el asentamiento humano Mirador 200 Millas de Villa El Salvador se realizó el monitoreo ambiental a 38 familias. El 81% de las familias ahora realizan una correcta limpieza y desinfección de los recipientes, mientras que el 100% desinfecta el agua hirviéndola. Respecto al monitoreo inicial, la madre de familia fue la principal encargada de llevar a cabo las prácticas de agua segura; sin embargo, hacia el monitoreo final, se evidenció un aumento en la participación de los padres e hijos(as), demostrando una mayor corresponsabilidad en las tareas del hogar.
En cuanto a la optimización de alimentos, el 84% de las familias adoptó esta práctica, mientras que un 16% no lo hizo debido a diversos factores, como la falta de conocimiento sobre recetas óptimas o la falta de tiempo para realizar estas prácticas. En el primer monitoreo el 81% de las familias tenían a la madre como principal responsable de optimización de alimentos, pero en el monitoreo final se observó una disminución en la participación exclusiva de la madre y un aumento en la participación de los hijos e hijas. Es importante destacar que la corresponsabilidad en las tareas relacionadas con los alimentos resulta más desafiante de implementar.
«Estoy feliz por los avances que hemos logrado. Durante las entrevistas, algunas personas me dijeron: Vecina, antes no me ayudaban en mi casa, pero ahora sí lo hacen. Antes no juntaba el agua para limpiar el piso, pero ahora ya lo hago”, compartió Gabriela Arimborgo Arrece, promotora del Mirador 200 Millas. Su testimonio destaca el impacto positivo que el proyecto ha tenido en la participación y conciencia de las personas en su comunidad, generando cambios significativos en las prácticas de cuidado del agua y responsabilidad doméstica.
En el asentamiento humano El Alto Progreso de San Juan de Miraflores, se contó con la participación de 157 familias en los monitoreos ambientales. El 77% de las familias realizan una correcta limpieza y desinfección de los recipientes, el 99% desinfecta el agua hirviendo y el 95% toma las medidas necesarias para conservar la calidad del agua. En el primer monitoreo, solo el 36% de las familias contaban con una concentración adecuada de cloro residual en su agua potable, pero en el monitoreo final este número aumentó al 59%.
Mientras que en la práctica de optimización de alimentos, el 69% de las familias adoptó esta práctica, mientras que el 31% no lo hizo debido a varios factores como falta de conocimiento de recetas, falta de tiempo para cocinar en casa, uso de residuos de comida para abono o alimentación de animales, o simplemente no estar acostumbrados. Las familias prefieren principalmente preparar bebidas optimizando la pulpa y cáscara de frutas, pero también han aprendido a preparar comidas.
En relación a las prácticas de agua segura, en el monitoreo inicial eran principalmente las madres quienes llevaban a cabo estas actividades, pero hacia el monitoreo final hubo un aumento en la participación de los padres e hijos, mostrando una mayor compartición de tareas en el hogar. Del mismo modo, en la optimización de alimentos, en el primer monitoreo el 74% de las familias tenían como principal responsable a la madre, pero en el monitoreo final se observó una disminución en la participación exclusiva de la madre y un aumento en la participación de los padres, hijos e hijas.
«Las familias que yo he capacitado han aprendido a desinfectar el tanque de agua, avanzar y no quedarnos con eso, sino enseñar también», compartió Zaida Jiménez Jiménez, resaltando el impacto positivo de su labor como capacitadora en el desarrollo de habilidades para el manejo seguro del agua y cocinas resilientes. Su testimonio destaca el compromiso de las familias en aprender y transmitir estos conocimientos a otros miembros de la comunidad, promoviendo así una cultura de cuidado del agua y responsabilidad ambiental.
Zaida Jiménez Jiménez monitoreando la calidad del agua
Durante el proceso de evaluación, se pudo evidenciar el impacto positivo de las medidas adoptadas en las comunidades, tanto en la gestión del agua como la optimización de alimentos. Los resultados de los monitoreos ambientales reflejan un incremento significativo en la adopción de prácticas de almacenamiento, manejo y desinfección del agua para consumo humano por parte de las familias. En cuanto a la optimización de alimentos, se constató que una gran proporción de las familias han adoptado esta práctica, aprovechando creativamente los recursos disponibles. Es importante destacar el cambio en la participación de los miembros de la familia, con un aumento significativo de la corresponsabilidad en las tareas domésticas. Estos resultados demuestran el éxito del proyecto al promover buenas prácticas de adaptación frente a los impactos del cambio climático. Estos logros son un claro reflejo del compromiso y esfuerzo de las/os promotoras ambientales, su impacto positivo continuará beneficiando a las comunidades en su camino hacia un futuro más resiliente y consciente.
Esta intervención forma parte del proyecto “Fortalecimiento de la gobernanza climática en el marco de Agenda 2030 en Lima Sur: adaptación e innovación frente a riesgos climáticos en asentamientos humanos peri-urbanos de Perú” que ejecuta FOVIDA con el apoyo de la Fundación ADSIS y el Ayuntamiento de Madrid.