Hoy, 22 de mayo, conmemoramos el Día Internacional de la Diversidad Biológica, una fecha que nos invita a reflexionar colectivamente sobre la importancia de conocer y conservar la vasta variedad de seres vivos que habitan nuestros ecosistemas: flora, fauna, diversidad genética, entre otros. En un país megadiverso como el nuestro, esta responsabilidad adquiere una dimensión aún mayor, pues debemos proteger la vida que habita en nuestro territorio, el cual alberga especies endémicas – únicas en el mundo – como el gallito de las rocas peruano, el oso andino, el zambullidor de Junín, la rana de Junín, la vizcacha de la sierra central, la cantuta, la puya raimondii, y una lista interminable de recursos genéticos.
Al realizar una revisión rápida de la información, encontramos una gran diversidad biológica en la zona de Agrobiodiversidad Pariahuanca, que alberga más de 58 variedades de maíz, 64 de frijol, 79 de plantas medicinales, 11 parientes silvestres, entre otros (INIA, 2021).
En la sierra central del Perú, en Junín, las comunidades campesinas están tomando acción para preservar la vida en sus territorios. Organizados en comités ambientales, mujeres y hombres, realizan monitoreos periódicos de flora y fauna que existe en su comunidad, con la finalidad de conocer y conservar para mantener el equilibrio de sus ecosistemas.
En la comunidad de San José de Apata, vienen implementando acciones de restauración, que permiten conservar y generar espacios para la vida de la fauna local. Como parte de sus estrategias destaca la construcción de qochas artesanales, que si bien tiene el fin de sembrar agua y mejorar la infiltración, también se han convertido en refugio de la avifauna local y espacios de descanso para aves migratorias, además contribuyen a la recuperación de bofedales aledaños, hidratándolos en temporada seca.
Otra acción importante que realizan, es la restauración de ecosistemas, mediante la plantación de diversas especies forestales y herbáceas nativas, lo que no solo contribuye a la provisión de alimento para la avifauna, sino también a la creación de hábitats y refugios para mamíferos, reptiles y otros.
Las comunidades campesinas de Junín están realizando un gran trabajo en la conservación de nuestra biodiversidad. Sin embargo, surge la pregunta: ¿es esta tarea responsabilidad exclusiva de ellos y ellas?
Este cuestionamiento nos invita a reflexionar: ¿Podemos, desde las ciudades, contribuir a la conservación de la diversidad biológica de nuestro entorno? La respuesta es un rotundo sí. Hábitos sencillos como cuidar los espacios verdes urbanos, reducir el consumo innecesario de productos de un solo uso (como popotes, platos y vasos descartables, entre otros), disponer adecuadamente de los residuos sólidos, y, lo más importante, evitar el uso de plásticos, pueden tener un gran impacto. Sabemos que el plástico, aunque se utiliza por un corto período, puede tardar más de 100 años en descomponerse, y muchos de estos residuos terminan en el mar, contaminando y dañando la vida marina, a menudo provocando la muerte de diversas especies.
Aún estamos a tiempo de generar pequeños cambios con un gran impacto. Seamos conscientes de que solo tenemos un planeta, y no vivimos solos en él: coexisten con nosotros animales y plantas que son fundamentales para el funcionamiento equilibrado, saludable y sostenible de los ecosistemas.
El cambio ya ha comenzado en las comunidades, pero tú también puedes ser parte de esta transformación.