Por: Ángela Flores, Ingeniera Forestal y Ambiental, especialista en gestión territorial de FOVIDA.

En los últimos días, los incendios forestales han devastado el hábitat de diversas especies de flora y fauna silvestre, incrementando la emisión de gases de efecto invernadero, lo cual intensifica la crisis ambiental. Las causas son múltiples, desde las altas temperaturas vinculadas al cambio climático hasta políticas deficientes, como la Ley 31973, conocida como la «Ley Antiforestal», que propicia la quema y tala de bosques con fines comerciales, promoviendo monocultivos, minería ilegal y otros. Ante esta situación, comunidades campesinas y nativas de las regiones Junin y Huancavelica, en colaboración con FOVIDA, impulsan la creación de áreas de conservación comunal, una estrategia clave para mitigar el impacto de estos desastres y lograr la conservación y/o restauración de flora y fauna.

Las áreas de conservación comunal, son espacios destinados a la promover acciones de conservación y/o restauración de la biodiversidad en territorios comunales, los cuales fueron destinados mediante acuerdo comunal y en aprobación colectiva. Estas áreas representan un refugio para la vida silvestre frente a un panorama desalentador como la tala indiscriminada, el cambio de uso de suelo, los incendios forestales y la promoción de monocultivos.

En estas áreas, se propician actividades esenciales como el monitoreo hidrobiológico, de flora y fauna, la reforestación con especies nativas, y su evaluación periódica a fin de asegurar el  desarrollo adecuado y acciones silviculturales que harán posible el éxito de la plantación; además de otras acciones de conservación de suelos y cuerpos de agua. Siendo lideradas por mujeres y varones de los comités ambientales de las comunidades campesinas y nativas, con el respaldo técnico de FOVIDA.

Además, se han instalado cámaras trampa en las áreas de conservación comunal de las comunidades nativas de Shintzijaroki y Yavirironi para monitorear la presencia de fauna silvestre. Entre las especies registradas destacan el relojero amazónico, el armadillo y la “carachupa” o mishasho. Este es un logro significativo, ya que indica que los ecosistemas, previamente degradados por diversas actividades, están en proceso de recuperación, permitiendo que estas especies retornen a su hábitat natural. Asimismo, el avistamiento de una diversidad de aves en un territorio es un excelente indicador de la mejora en la calidad ambiental del ecosistema, lo que refuerza la importancia de conservar estas áreas. Hasta el momento se han establecido 10 zonas de conservación/restauración comunal, llegando a conservar 169.5 ha. en las regiones de Junín y Huancavelica.

No olvidemos que los bosques son el hogar de muchas especies de fauna silvestre, muchas de ellas endémicas, que dependen de la flora nativa para sobrevivir. Su conservación es crucial para evitar un desequilibrio ecológico que afectaría a todas las formas de vida. La salud ambiental, salud animal y salud humana están estrechamente relacionadas, ya que al perder su hábitat natural y su fuente de alimento, hemos visto últimamente y a raíz de los incendios forestales, como la fauna silvestre tiene que tomar otros espacios, muchos de ellos en las zonas más urbanas, pudiendo crear enfermedades zoonoticas qué podrían decantar en una nueva pandemia.

¡No a los incendios forestales! ¡No a la ley antiforestal!