Luzmila Chiricente, lideresa de comunidades nativas hace un llamado a las mujeres rurales a continuar en la lucha por la igualdad de oportunidades
El 18 de diciembre del 2007, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas estableció el día 15 de octubre como el Día Internacional de las Mujeres Rurales con el objetivo de reconocer su contribución en el desarrollo rural y agrícola, la erradicación de la pobreza y la mejora en la seguridad alimentaria.
Según cifras reportadas por la ONU, las mujeres rurales conforman un 43% de la mano de obra agrícola, y en su trabajo diario de labrar la tierra y plantar semillas contribuyen a asegurar la alimentación de sus comunidades y proporcionar alimentos a naciones enteras. Sin embargo, la brecha de género vigentes en las zonas rurales es mayor en relación con las zonas urbanas, ya que las mujeres tienen poco o ningún acceso a las tierras y por ende el difícil acceso a créditos, materiales, capacitaciones y servicios como el agua; como sí lo tienen los varones al realizar los mismos trabajos.
La mayoría de las mujeres rurales frecuentemente sufren todo tipo de discriminación, porque no tienen participación política dentro de sus comunidades y las labores que realizan no son remuneradas, y si lo es, siempre es en menor proporción a la de un varón. Así nos lo dio a conocer Luzmila Chiricente Mahuanca, lideresa reconocida de la selva central de la región Junín y presidenta de la Federación Regional De Mujeres Ashaninkas, Nomatsiguengas y Kakintes (FREMANK), en una entrevista realizada desde su comunidad nativa Cushiviani-Rio Negro, Satipo.
A pesar de que han pasado muchos años de la proclamación de la celebración del Día Internacional de la Mujer, los derechos de las mujeres rurales de las comunidades nativas e indígenas aún no han sido restituidos, así pues, Luzmila lo confirma cuando manifiesta que las mujeres siguen siendo excluidas del ejercicio de sus derechos a la participación política y comunal.
“En muchas comunidades todavía existe el machismo, llegan a elegir a mujeres como jefas o presidentas, pero en el camino se deja el cargo, porque en la casa el esposo nos dice: para que te metes en esas cosas, ahora vas a ir a perder tiempo, eso es para hombres, quién va a hacer las cosas en la casa y entonces con esas palabras hacen desanimar a las mujeres”, indica la lideresa.
Los roles tradicionales asignados a las mujeres aún persisten; sin embargo, muchas mujeres buscan desarrollar actividades adicionales, el cual implica la recargar sus labores, que no son valoradas. Ella nos cuenta que en muchas comunidades las mujeres viven de la agricultura, criando gallinas y elaborando artesanías, que les permiten generarse pequeños ingresos económicos y la provisión de alimento para sus hijos.
“Toda mujer primero piensa en sus hijos, en su familia, el varón no. A él tenemos que hacerle recordar las cosas que se necesita en la casa y a veces hasta en la chacra, porque de ahí vivimos”, refiere Luzmila.
Asimismo manifiesta que, la pandemia por la COVID-19 afectó fuertemente a las mujeres de las zonas rurales, pero gracias al conocimiento de la medicina natural y tradicional lograron enfrentar y superar los síntomas y la enfermedad, sus secretos estaban escondidos en las hierbas como el matico, la corteza de plátano, infusiones y toda la gama de hierbas medicinales que les provee la naturaleza; sin embargo, al hablar de estas bondades también nos cuenta con mucha tristeza que, debido a los efectos del cambio climático, muchas de estas plantas están desapareciendo y otras ya ni siquiera existen. Por eso pide a las diferentes instituciones del Estado y organismos internacionales a establecer políticas de protección a la biodiversidad y decirles no a las semillas de afuera.
“Debemos cultivar lo que es nuestro, las semillas de afuera no conocemos…
…Además, es importante que el gobierno apoye a las mujeres del campo, para producir alimentos, brindándonos créditos accesibles para agricultoras de comunidades nativas. Nosotras no tenemos título, ni acceso a la titularidad de tierras, pero queremos generar oportunidades para nuestras adolescentes desde la agricultura, para que produzcan cacao, plátano, yuca y otros; y se queden en la comunidad. Muchas quieren irse a la ciudad pensando encontrar mejores oportunidades, pero no es así, la mayoría de ellas terminan trabajando en los bares y locales de mal vivir. También pedimos que capaciten a los varones para que empiecen a reconocer y respetar nuestros derechos”, puntualizó Luzmila.
Por todo lo mencionado, hace un llamado a las mujeres rurales, a continuar con la lucha, para seguir adelante y lograr el anhelado sueño de la igualdad de oportunidades y el ejercicio pleno de sus derechos, sin discriminación y con una vida digna.
Desde FOVIDA reconocemos y valoramos el aporte de las mujeres rurales y nos comprometemos en apoyar sus luchas para reivindicar sus derechos en el marco de una sociedad justa, igualitaria y solidaria.
Por: Marcela Janneth de la Cruz Cochachi, socióloga, profesional de género de FOVIDA.