El año 2008 fue declarado por la FAO como el “Año Internacional de la Papa”, medida promovida por el Ministerio de Agricultura con el objetivo de incrementar las ventas a nivel internacional y el consumo interno de este tubérculo en el Perú. Después de 10 años de este acontecimiento, que fue acompañado además por la instauración del “Dia Nacional de la Papa”, decretando celebraciones cada 30 de Mayo promovidas por la Comisión Multisectorial del Día Nacional de la Papa en el Perú en el nivel nacional y principales regiones productoras, podemos apreciar que el consumo per cápita se incrementó de 65 a 85 Kg anuales por persona del 2008 al 2017 y, las exportaciones igualmente han crecido exportándose derivados como papa pre-congelada, fécula y hojuelas tipo chips principalmente.

El 2018 se muestra con un panorama alentador para el sector papero, debido a que se desarrollará en nuestro territorio el Congreso Mundial de la Papa, en la milenaria ciudad de Cusco; ello permitirá poner en los ojos del mundo nuevamente este importante alimento ancestral y una característica importante será la revaloración de las papas nativas. Trae el reconocimiento de la labor tan importante que han desarrollado nuestros/as pequeños/as agricultores/as en la preservación de más de 2,500 ecotipos nativos, que se constituyen en un banco de germoplasma conservado in situ y hoy día cobran especial relevancia por ser fuente de genes que podrían servir para, una vez más, salvar de la hambruna al mundo frente a los problemas y riegos que representa el cambio climático.

Sin embargo, es necesario que también tengamos presente las consecuencias negativas que puedan presentarse ante un “boom” de la papa nativa; y es que todos y todas tenemos presente los problemas que se originaron cuando se dieron procesos similares para otros productos nativos como la quinua, la mashua, maca y otros.  Quizás las principales dificultades se sientan cuando se desarrollen procesos de agroexportación, y las débiles capacidades de negociación de los/as pequeños/as productores/as resulten en que no necesariamente se paguen precios justos sino que se reduzcan los precios en chacra, siendo los brókers y stockholders de grandes empresas quienes obtienen los mayores beneficios en detrimento de quienes sustentan la cadena productiva.

Otro aspecto por prever es que una mirada exclusivamente económica pone en riesgo la pérdida de sus siembras en sistemas tradicionales, introduciendo tecnologías que no respetan los ecosistemas, que a su vez inducen al uso irracional de los recursos naturales, contaminación de suelos y fuentes de agua por el uso de agrotóxicos, todo con la finalidad de incrementar la producción, productividad y “mejorar la competitividad” en el mercado. Los/as pequeños/as agricultores/as mantienen una visión holística de su territorio y durante miles de años se han adaptado a las condiciones de los ecosistemas en que viven. Cambios radicales en sus sistemas de producción atentan principalmente contra las condiciones de seguridad alimentaria y reducen su capacidad de resiliencia a los efectos del cambio climático, donde son las mujeres rurales quienes son mayormente afectadas.

También debemos tener en cuenta que un sistema de mercados donde se comercializa pocas variedades y ecotipos provoca una reducción de la biodiversidad, desplazando las que no se usan o son poco demandadas en el mercado. Aún cuando existen bancos de germoplasma manejados por el Centro Internacional de la Papa o el instituto Nacional de Innovación Agraria, ello limita las capacidades de los/as pequeños/as agricultores/as para tener libre disponibilidad y acceso a esta biodiversidad para cuando se requiera incrementarla nuevamente y provocan la erosión genética de este cultivo. Son estas solo algunas de las consecuencias entre las muchas que podremos encontrar si tratamos de analizar a mayor profundidad los riesgos de un incremento no planificado en la demanda de papa nativa.

Para prever estos problemas urge que desde el Estado se definan políticas orientadas a resguardar este valioso recurso patrimonio del Perú y la humanidad. La propuesta de FOVIDA se basa en nuestra experiencia práctica de acompañamiento constante a pequeños/as productores/as altoandinos/as para resguardar su biodiversidad y variabilidad genética:

 

  1. Las intervenciones orientadas a fortalecer capacidades y promover el desarrollo de los territorios debe tener como punto de partida los conocimientos ancestrales y expresiones culturales de las comunidades, reconociendo que éstas surgen como consecuencia de una acumulación de conocimientos que manifiestan el dominio de sus ecosistemas para la domesticación de distintos ecotipos nativos.

 

  1. Promover la agroecología, reconociéndolo como un concepto integral y parte de la ciencia agronómica que garantiza el desarrollo de sistemas de producción sostenible, basados en el respecto de la cultura local, el aprovechamiento racional de recursos naturales, la conservación de ecosistemas y, alternativa para garantizar la seguridad alimentaria de las familias. El reconocimiento del Sistema de Garantías Participativas (SGP) que se viene desarrollando en diversas regiones del país, es clave para fomentar la agroecología. Ello permitirá desarrollar la cadena agroalimentaria admitiendo obtener productos sanos y naturales cuyo consumo incidirá en resguardar la salud de los consumidores.

 

 

  1. Una mayor inversión pública en la promoción de la asociatividad de pequeños/as productores/as para mejorar la articulación comercial de los excedentes al mercado, posibilitando acortar la cadena de abastecimiento y lograr así que éstos reciban mejores precios y se logre mejorar los ingresos económicos de sus familias. Identificamos el cooperativismo como modelo de asociatividad que puede adaptarse a estos fines.

 

  1. Revalorar el importante papel que ha cumplido y cumple la mujer rural asumiendo el rol productivo, asegurando la conservación de las semillas y el manejo de la post cosecha, que permite asegurar la calidad del producto final. Este rol viene significando que en muchas comunidades campesinas ellas asuman mayor protagonismo en la conducción de la finca, pero a su vez ello representa una recarga de su trabajo, requiriendo se visibilice y se adopten normas y políticas para garantizar su desarrollo en condición de igualdad. Creemos necesario facilitar el acceso a recursos productivos por las mujeres como es la titulación de tierras, crédito y una mayor participación protagónica como usuarias de agua para riego

 

 

  1. Inscribir los ecotipos de papas nativas en los registros de cultivares comerciales del INIA así como otros mecanismos que permitan resguardar la denominación de origen y, de esta forma el Estado se vea comprometido en proteger el valioso material genético que representan.

 

  1. Promover la investigación e innovación tecnológica para los procesos productivos y de transformación, fomentando su consumo interno; de esta manera las compras públicas de alimentos por los programas  del estado debieran ser los principales consumidores de esta producción y, harían posible incrementar la dinámica comercial interna y fortalecer este sector económico con los consiguientes efectos positivos en la economía familiar.

 

Son estas solo algunas de las propuestas que en la práctica venimos promoviendo, pero necesitamos contar con voluntad política de autoridades y el sector competente del Estado para generar alianzas que permitan sinergias y afianzar un “boom” de la papa nativa que viabilice su anclamiento en el mercado, pero sobre todo en condiciones justas para quienes por milenios han conservado este producto.